10.10.09

EL TONTO


Hace mucho, quizá en los tiempos de Matusalén, un hombre y una mujer inteligentes tuvieron un hijo tonto: Ivancillo era un bebé y sus padres ya se preguntaban asombrados por qué había nacido así. Mamá decía que era por culpa de papá; papá que de mamá, y al final decidieron que la culpa era mutua.

Pero no les preocpaba tanto que su hijo fuera bobo, porque alguien así, si cae bien, resulta insuperable. Lo que sí les quitaba el sueño era que se tratara de un bobo especial, por quien en cualquier momento corrían el riesgo de responder anta las autoridades. Podía cometer cualquier falta o rareza. ¿Y con qué derecho? ¿Acaso había una ley que se lo ordenara?

Suelen haber bobos simples, pero éste era complejo. Por ejemplo, Liovka, el hijo de Militrisa Kirbitievna, también era tonto. Podía salir a la calle descalzo, se bajaba las mangas, saltaba a la pata coja y gritaba desaforado: "¡Pisa! ¿Pisa! ¿Qué paliza! ¡Pum! ¡Pam! ¡Bobo tonto, me das risa!" Inmediatamente lo ponían fuera de circulación, lo metían al calabozo, ¡y que allí se quedara! Incluso el gobernador, cierta vez que vino de inspección, le mostraron el bobo, y tan alto dignatario se deshizo en elogios: "¡Cuídenlo, que necesitamos imbéciles!"

( . . . )

Mijail Saltikov-Schedrín, 1885.

Del libro "En Una Lejana Isla..." (Editorial Ráduga, 1989) Impreso en la URSS

Dibujo: 2002